Te llega un correo y regresas 20 años, te lleva a esa niñez ya casi olvidada.
Un escalofrío por tu espalda, y la misma pesadez al respirar de hace tanto tiempo atrás.
Quisieras borrarlo, ni saber de qué se trata. Pero no puedes, tienes una responsabilidad. Tu amigo se quedó ahí por ti; por todos, en realidad.
¿Por qué no podrán ser buenas noticias?, o, por último, una pesadilla de la que despertar.
¡No puede estarse repitiendo!